jueves, 24 de diciembre de 2009

Camerún de nuevo

Ya sé que alguno se preguntará: ¿Otro capítulo de Camerún?
Lo siento, pero se lo había prometido a Alba y a Manolo.



CAMERÚN. UNA VIVENCIA EN 2008 (9)

Una jornada con una familia “bororo”


No se come mal en Camerún, pero hay que ir a buenos restaurantes. Para mí, es un momento esperado, merecido. El pescado con salsa está exquisito, y el plátano frito también. Y las comidas típicas (ndolé, etc.) me sumergen en otro país, época, hábitos... pero no me resultaron tan agradables.

Por la tarde viajamos a Didango, en día fresco y lluvioso, con la intención de pasar una jornada con una familia bororo.

“Los bororo son ganaderos nómadas, originarios del norte Peul de Camerún, y de religión musulmana”, nos dice A. nuestro guía, sin mirar notas.

En concreto, visitamos la familia de un Jefe religioso, y recaudador de impuestos (Lamido), que fue compañero y amigo de Universidad de nuestro guía. Por primera vez, llegamos a un lugar, pueblo, y la plaza está desierta. Enseguida se acercan tímidamente niños, y mis compañeras empiezan a interactuar: que si cuántos años tienes, que si cómo te llamas o que guapa eres... (en francés, claro) A. el guía, charla, ríe con ellos. Les pregunta algo fácil y les gasta bromas (alternando francés y ewondo). Es afable, relajado y seguro.

I. Compra todos los caramelos de la tienda y los reparte. Estos niños son más educados y no demuestran esas angustias por las migajas que les podamos dar los blancos.

Ya en la casa del Lamido, éste nos presenta a su mujer y a sus hijos (cuatro, el mayor tiene unos ocho años, y el menor de unos siete meses, va en la espalda de la madre).


Conviven también con ellos, los padres del Lamido. Hacemos intercambios en temas de “hijos”, “edades”, “profesiones” etc. en un ambiente distendido. De pronto, el joven Lamido se excusa tras oír el toque del muecín: tiene que dirigir las oraciones de la noche en la mezquita. Acompañamos a la esposa, que es la encargada de hacer comidas, y que nos permitirá participar en la preparación de la cena.

Cocina en un tendejón con techo de Uralita, y sin tiro en el techo. En la techumbre del interior cuelan unos palos atravesados, en hileras, para el secado de maíz. Cocinamos mijo y pescado ahumado frito con cebolla y polvo de boabac. Cuando la consistencia del mijo es la de engrudo, dar vueltas con una pala de madera con final arponado se hace costoso.


















Se suda removiendo aquella pasta, sin embargo ella lo hace fácil a pesar de llevar el bebé a la espalda y hablar con nosotros. Es una mujer joven y relajada, agradable y bella. Viste tradicionalmente. Es modelo para la familia, y el centro: Organiza la casa, sabe ordenar a los niños para que colaboren en algunas tareas, controla la economía...

La cena está hecha y pasamos al “comedor”. Habíamos comido tarde y abundantemente, y nadie quiso probar. Yo “hice de tripas corazón” y me serví mijo y algo de pescado ahumado. Ni que decir tiene que al llegar a éste se me cerró la glotis, epiglotis y el cardias; el estómago avisó: “paras o vomito”.

La mujer cenaba con los dedos, se la veía satisfecha y hasta se relamía. Hablaba con nosotros y a la vez controlaba al niño Ibrahim, de tres años y recién destronado por el mas pequeño. Ibrahím se negaba a comer, protestando, como para llamar la atención. Ella no se inquietaba, y a veces lo animaba a comer. Finalmente el niño tomó el plato y se sentó en el suelo. Empezó a comer con los dedos. Cuando se llenó dejó el plato. Ella no insistió, ni lo felicitó. El niño había entrado por el aro.

Ese día, dormimos en distintas habitaciones de la estancia. A. y yo en un mismo camastro, ligeramente escorado a la izquierda: Él dentro de su saco, yo en mi “sábana saco”. Por la noche utilicé la linterna para acudir a la trastienda, en el campo, urgido por el efecto de una potente “cortecita” de árbol.

Sin haber “digerido” a los pigmeos y su cultura, me sumerjo en esta cariñosa y acogedora familia estructurada en torno al Lamido.

A la mañana siguiente, tras visitar la escuela y el monte comunal –donde pastan las vacas del poblado- nos despedimos de casi medio pueblo que salió a hacerse una foto de grupo con nosotros.


5 comentarios:

Victor dijo...

Muy bien, James.
No sé si has recuperado el estilo o está todo escrito, que es lo probable. En todo caso para cuándo sale el libro, que lo quiero comprar?

Supongo que los recuerdos se irán haciendo lejanos, más dulces, menos dolorosos...

Dicen los expertos que recordamos la última versión, o sea el último recuerdo activado. Algo así como si abriéramos un fichero, lo modificáramos y al final guardáramos los cambios. Nuestros recuerdos no son los originales, sino la versión del último cambio guardado.

Por eso los recuerdos se dulcifican, se modifican, se pierden detalles, no coinciden con los recuerdos de otras personas...

Y por eso también los escribimos y los fijamos.
No hay 9 sin 10, Jaime, no nos aburrimos. Esperamos otro.
Yo vivo las fotos como si conociera a los protagonistas.

Gracias!!

Sofía dijo...

Hay un libro en las librerías de León desde hace poco tiempo titulado: "Diario de un leonés en Camerún". Así que, ya no puedes publicar nada con ese título, tendrás que pensar en otro...

"Memorias de un cazurro en Camerún", por ejemplo.

Supongo que tendrás apuntes, porque de lo contrario habría que hacer un monumento a tu memoria!!

Me encantan las fotos y las historias que cuentas.

Gracias por compartirlas con todos en el blog!!

Jaime dijo...

Cómo halaga que dos señores maestros, agudo el uno y empedernida lectora la otra, se molesten en leer e incluso "ver entrelíneas" lo no escrito.
El estilo se ha adquirido, y no está todo escrito pero sí hay apuntes a vuelapluma. Lo que sucede es que no me he sentado desde Febrero. Estos días puse música de allí, que es la que me transporta al lugar... y efectivamente que hay cosas que creemos no las recordamos pero que están ahí, como cuando en sueños recordamos un detalle insignificante del pasado (un olor, un rostro).
¡Recordar el último cambio guardado! (interesante).
Gracias, Sofía, por ese posible título "Memorias de un cazurro en Camerún", llamaría la atención la palabra cazurro, y habría que explicar las connotaciones positivas (tesón, claridad de ideas...) frente a las negativas.
Y sí que me consideran cazurro, en estas latitudes asturianas.
Pues habrá otro.
F Navidad a todos

Jaime dijo...

TOCÓ EL reintegro en la Lotería de Asturias. Se ha reinvertido, 3 euros por barba/imbarba de los "del Egido", sorteo del niño 6 Enero
Número: 30.715

Albiuski dijo...

Vaya vaya, hay veces que entro varios dias seguidos y no hay nada nuevo, y ahora que llevaba días sin entrar, porque con esto de la navidad no paso mucho por aqui... una entrada interesante!!

la verdad es que no aburren, sino todo lo contrario, es entretenido y asi podemos medio conocer algo que no hemos visto, ya que si no vas no es lo mismo por mucho que te cuenten, pero por lo menos a mi me vale.

un saludo a todos y nos vemos mañana en nuestra noche particular.

Feliz Borabó!!