Partimos temprano desde el Hotel "Relais St Hubber" hacia Maroua (capital de la provincia Extremo Norte). La carretera es asfaltada y se recorre rápido pero sólo hasta encontrar "obras", donde te desvían por caminos de tierra. La construyen con cemento y tierra, traída en camiones, y casi todos los trabajos son manuales.
Siempre que entras en otra provincia hay un control, mitad policial y mitad recaudador de impuestos, en el que hay un tronco atravesado en la calzada, casi siempre accionado por un joven o un niño. Hay que pagar mil Francos CFA ( 1,5 Euros). Al ver que el coche transporta blancos, la Policia y el Conductor o el Guía se saludan con gesto cómplice. Rara vez les han pedido la licencia de taxi o la de empresa de turismo. "Mon Comandan" -dice A. sumiso y respetuoso a un poli que no llega ni a Sargento. Si fuéramos los blancos por libre, tendríamos que presentar el pasaporte, pagar lo estipulado y tal vez el soborno...
Maroua es la provincia mas al norte de Camerún, y los autóctonos son los Mafa, que son animistas pero en proceso de islamización. El espíritu importante para ellos, el Dios, son las piedras.
Mokolo es una ciudad Mafa. Un buen Mafa se casa con varias mujeres y debe tener muchos hijos, acumular cabras y campos de mijo para ser respetado. A la muerte de un Mafa cubren su cuerpo con piel de cordero durante tres días. Un primo del difunto lo transportará hasta el cementerio, a veces a 2-5 Kms, llevandolo a la espalda y por momentos bailando. Lo entierran, sentado, en un hoyo. Rezan plegarias. En cierto momento le propinan un gran corte en la espalda, y el difunto cae hacia adelante, le cubren de tierra y finalmente con una piedra redonda (estas leyendas las oí al guía y fueron ciertas, seguro, en su día; no pregunté si, en la actualidad, se perpetuan tal cual, o se han "suavizado").
Un poblado típico de gente Mafa es Mokolo. Las casas, redondas, tienen el tejado cubierto de troncos de maíz o de mijo. La mujer trabaja en casa, en el campo, y cuida de los hijos a los que muy pronto se les enseña labores de cocinar, ordeñar o cuidar de hermanos. Sin embargo, el hombre es el que "gobierna".
Al mercado de Mokolo acuden gentes de poblados cercanos (algunos son de Nigeria) a comprar o vender. Las mujeres llevan una adornada media calabaza a modo de sombrero. Los hombres beben vino casero de mijo en un cuenco vegetal. Hay un murmullo de negociaciones y de saludos. El colorido es espectacular. El olor a pescado ahumado y seco, me resulta pestilente; la carne troceada, sobre una mesa y a temperatura ambiente, plagada de moscas, es manoseada y cortada a la espera de que alguien la compre.
Algunas mujeres fríen buñuelos con aceite de palma, en sartenes sobre ascuas de madera, y los venden por unidades.
Somos los únicos blancos del mercado, y los niños se pegan a nosotros como lapas (tal vez para ver de cerca nuestra piel, gafas, vestimenta o por si les cae una limosna...) "Bonyumesie", "bonyumesie"... y siguen llegando a nuestro lado. También mercadean jabones, té, legumbres, cabras.
Observo a una mujer, con su pequeño suspendido a la espalda, que envuelve cacahuetes en pequeñas bolsas de plástico transparente. La miro pero ella sigue a lo suyo sin intentar llamar mi atención. ¿Quién puede sondear esa mirada casi perdida y extraer los sentimientos que esconde? (¡Ay Don Quijote, si la viera usted!). Yo imagino resignación, aburrimiento vital, tal vez odio...
A 50 Kms, por una pista de tierra, llegamos al pueblo de Rumsiky.
El nombre "rum" significa piedra, y "Siky" era el nombre del primer cazador llegado a estos parajes desde tierras lejanas, y que, según la leyenda, sobrevivió, sólo, durante un tiempo. Mas tarde regresó a su tierra para volver con su familia y un grupo de cazadores, y fundar los poblados "kapsiki", que hoy día son veintiocho. Rumsiky es un "lugar privilegiado por sus vistas espectaculares, y porque la vida en estas montañas siguen su ritmo ancestral". Es un paisaje único, me recuerda al de las montañas rocosas americanas, donde grandes y redondeados peñones surgen de profundos valles.
La población se organiza en torno a la tierra y ganadería. Pobreza. En el Hotel-Campamento, el guia es recibido con gestos efusivos de admiración y camaradería. En nuestro paseo por el poblado se nos unen niños y adolescentes que se muestran serviciales pero interesados en el dinero o en "suvenirs español". Permito me vendan un instrumento musical tradicional porque en el precio va la limosna que quiero dar.
El acto no se si es caridad o soberbia, dádiva o exorcismo de culpabilidad... pero lo hago con la mano izquierda, y no se entera la derecha. Y, sinceramente, no se si les beneficia o les sumerje mas en el ciclo de la pobreza...
(docentes, historidores, sabios... ¿estais ahí?).
Viendo su cara de satisfacción apetece sacar la cartera y dar a este y a aquel, pero el mero gesto de meter la mano en el bolso delantero del pantalón atraería a otros cien en menos que canta un gallo. Gritarían como lo hacían los niños castellanos en un bautizo por los años sesenta.
Al día siguiente tendríamos una visita por el poblado, y la esperada entrevista con un verdadero Hechicero. El día empezó bien pues madrugué y corrí por primera vez en este país. Al cruzarme con gente, nos saludábamos con un "bonyur" al que yo añadía un gesto deportivo con la mano. Las endorfinas segregadas neutralizaron algunos de mis miedos.
Ayudados por un joven traductor y aprendiz de guía, recorrimos lentamente el poblado, supimos que consiguen fuego frotando dos piedras de cuarzo y dejando en medio frutos de capoquier; supimos que utilizan un barro negro en la elaboración alfarera (lo sacan del fondo del rio, lo secan, muelen, y mezclan con caca de cabra formando una mezcla que se endurece al calentarla; las vasijas obtenidas, barnizadas con aceite de capsedra, sirven para cocinar); que hablan también Pidyin (mezcla de francés, inglés y lengua del país); que entierran a sus muertos en tumbas cercanas a las viviendas, y que ponen tantas piedras encima como hijos y mujeres tenga el finado.
Al fin nos llevan ante el brujo (estaba previsto en el paquete turístico): anciano de unos 85 años seco y digno, de barba rala y blanca y dedos arborícolas.
Nos recibe sentado y descalzo, vestido con túnica y gorro musulman. Se respira un ambiente de respeto y veneración aunque , personalmente, estoy escéptico. Nos sentamos cerca del anciano, y comienza la función intercambiando saludos a través del traductor. Después destapa un bol-recipiente con agua y barro, donde sobrevive un cangrejo de rio que es utilizado en los rituales. Nos trasmite le preguntemos sobre lo que queremos saber...
¿Tendremos buen viaje por Camerún? -esa es mi pregunta-
El anciano incrusta varias piedras en el barro del recipiente y lo tapa. Recita una retahila ininteligible, fija su mirada en un punto lejano, junta las manos y estira su cuerpo. Hay una espera de muchos segundos en la que cada cada uno reflexionará libremente. L. y P. a pesar de ser sicologos y trabajadoras en la enseñanza parecen dos fervientes creyentes. Menos mal que no imaginé la presencia allí de algún personaje de Laguna Dalga, pues me hubiera reído como cuando nos reíamos en la Iglesia en los momentos mas solemnes que había que guardar silencio...
De pronto el sabio sacó el cangrejo y escupiendo sobre él, recita otra serie de "alicáncanos", y vuelve a someternos a la tortura de otro espacio en blanco. Al fín, sujeta el cangrejo para examinar su estado, y habla:
"Tendréis buen viaje, y estaréis felices el último día" (alguno estuvimos "felices" - y con fiebre- el último día, pero por terminar).
I. le pregunta si tendrá larga vida, y profetiza "que si, aunque caminará con bastón".
A. que si tendrá futuro como guía de turismo, y le dice "que si aunque deberá repartir golosinas por todo Camerún".
L. que si tendrá nietos, y responde que sus hijos serán muy aventureros pero le darán tres nietos finalmente"...
¿Cómo comprobar esta sarta de generalidades?
¿Que cuáles fueron sus honorarios? Sobre 12 000 Francos CFA por el grupo (unos 18Euros).
La casa típica animista está formada por un grupo de casitas, la primera es la del jefe de familia desde donde vigila los movimientos de sus esposas. Los accesos son caminos empedrados. El fuego va situado en el medio de la choza; un camastro a un lado, y alguna tinaja y piedras para sentarse; herramientas de labranza apoyados sobre la pared del otro lado, y palos atravesados en el techo para el secado de productos agrícolas. Una de las casitas escondía, bajo el techo, un hueco para granero secreto.
Durante el regreso, alguien del grupo recuerda la película "Amanece que no es poco".
Siempre que entras en otra provincia hay un control, mitad policial y mitad recaudador de impuestos, en el que hay un tronco atravesado en la calzada, casi siempre accionado por un joven o un niño. Hay que pagar mil Francos CFA ( 1,5 Euros). Al ver que el coche transporta blancos, la Policia y el Conductor o el Guía se saludan con gesto cómplice. Rara vez les han pedido la licencia de taxi o la de empresa de turismo. "Mon Comandan" -dice A. sumiso y respetuoso a un poli que no llega ni a Sargento. Si fuéramos los blancos por libre, tendríamos que presentar el pasaporte, pagar lo estipulado y tal vez el soborno...
Maroua es la provincia mas al norte de Camerún, y los autóctonos son los Mafa, que son animistas pero en proceso de islamización. El espíritu importante para ellos, el Dios, son las piedras.
Mokolo es una ciudad Mafa. Un buen Mafa se casa con varias mujeres y debe tener muchos hijos, acumular cabras y campos de mijo para ser respetado. A la muerte de un Mafa cubren su cuerpo con piel de cordero durante tres días. Un primo del difunto lo transportará hasta el cementerio, a veces a 2-5 Kms, llevandolo a la espalda y por momentos bailando. Lo entierran, sentado, en un hoyo. Rezan plegarias. En cierto momento le propinan un gran corte en la espalda, y el difunto cae hacia adelante, le cubren de tierra y finalmente con una piedra redonda (estas leyendas las oí al guía y fueron ciertas, seguro, en su día; no pregunté si, en la actualidad, se perpetuan tal cual, o se han "suavizado").
Un poblado típico de gente Mafa es Mokolo. Las casas, redondas, tienen el tejado cubierto de troncos de maíz o de mijo. La mujer trabaja en casa, en el campo, y cuida de los hijos a los que muy pronto se les enseña labores de cocinar, ordeñar o cuidar de hermanos. Sin embargo, el hombre es el que "gobierna".
Al mercado de Mokolo acuden gentes de poblados cercanos (algunos son de Nigeria) a comprar o vender. Las mujeres llevan una adornada media calabaza a modo de sombrero. Los hombres beben vino casero de mijo en un cuenco vegetal. Hay un murmullo de negociaciones y de saludos. El colorido es espectacular. El olor a pescado ahumado y seco, me resulta pestilente; la carne troceada, sobre una mesa y a temperatura ambiente, plagada de moscas, es manoseada y cortada a la espera de que alguien la compre.
Algunas mujeres fríen buñuelos con aceite de palma, en sartenes sobre ascuas de madera, y los venden por unidades.
Somos los únicos blancos del mercado, y los niños se pegan a nosotros como lapas (tal vez para ver de cerca nuestra piel, gafas, vestimenta o por si les cae una limosna...) "Bonyumesie", "bonyumesie"... y siguen llegando a nuestro lado. También mercadean jabones, té, legumbres, cabras.
Observo a una mujer, con su pequeño suspendido a la espalda, que envuelve cacahuetes en pequeñas bolsas de plástico transparente. La miro pero ella sigue a lo suyo sin intentar llamar mi atención. ¿Quién puede sondear esa mirada casi perdida y extraer los sentimientos que esconde? (¡Ay Don Quijote, si la viera usted!). Yo imagino resignación, aburrimiento vital, tal vez odio...
A 50 Kms, por una pista de tierra, llegamos al pueblo de Rumsiky.
La población se organiza en torno a la tierra y ganadería. Pobreza. En el Hotel-Campamento, el guia es recibido con gestos efusivos de admiración y camaradería. En nuestro paseo por el poblado se nos unen niños y adolescentes que se muestran serviciales pero interesados en el dinero o en "suvenirs español". Permito me vendan un instrumento musical tradicional porque en el precio va la limosna que quiero dar.
El acto no se si es caridad o soberbia, dádiva o exorcismo de culpabilidad... pero lo hago con la mano izquierda, y no se entera la derecha. Y, sinceramente, no se si les beneficia o les sumerje mas en el ciclo de la pobreza...
(docentes, historidores, sabios... ¿estais ahí?).
Viendo su cara de satisfacción apetece sacar la cartera y dar a este y a aquel, pero el mero gesto de meter la mano en el bolso delantero del pantalón atraería a otros cien en menos que canta un gallo. Gritarían como lo hacían los niños castellanos en un bautizo por los años sesenta.
Al día siguiente tendríamos una visita por el poblado, y la esperada entrevista con un verdadero Hechicero. El día empezó bien pues madrugué y corrí por primera vez en este país. Al cruzarme con gente, nos saludábamos con un "bonyur" al que yo añadía un gesto deportivo con la mano. Las endorfinas segregadas neutralizaron algunos de mis miedos.
Ayudados por un joven traductor y aprendiz de guía, recorrimos lentamente el poblado, supimos que consiguen fuego frotando dos piedras de cuarzo y dejando en medio frutos de capoquier; supimos que utilizan un barro negro en la elaboración alfarera (lo sacan del fondo del rio, lo secan, muelen, y mezclan con caca de cabra formando una mezcla que se endurece al calentarla; las vasijas obtenidas, barnizadas con aceite de capsedra, sirven para cocinar); que hablan también Pidyin (mezcla de francés, inglés y lengua del país); que entierran a sus muertos en tumbas cercanas a las viviendas, y que ponen tantas piedras encima como hijos y mujeres tenga el finado.
Al fin nos llevan ante el brujo (estaba previsto en el paquete turístico): anciano de unos 85 años seco y digno, de barba rala y blanca y dedos arborícolas.
Nos recibe sentado y descalzo, vestido con túnica y gorro musulman. Se respira un ambiente de respeto y veneración aunque , personalmente, estoy escéptico. Nos sentamos cerca del anciano, y comienza la función intercambiando saludos a través del traductor. Después destapa un bol-recipiente con agua y barro, donde sobrevive un cangrejo de rio que es utilizado en los rituales. Nos trasmite le preguntemos sobre lo que queremos saber...
¿Tendremos buen viaje por Camerún? -esa es mi pregunta-
El anciano incrusta varias piedras en el barro del recipiente y lo tapa. Recita una retahila ininteligible, fija su mirada en un punto lejano, junta las manos y estira su cuerpo. Hay una espera de muchos segundos en la que cada cada uno reflexionará libremente. L. y P. a pesar de ser sicologos y trabajadoras en la enseñanza parecen dos fervientes creyentes. Menos mal que no imaginé la presencia allí de algún personaje de Laguna Dalga, pues me hubiera reído como cuando nos reíamos en la Iglesia en los momentos mas solemnes que había que guardar silencio...
De pronto el sabio sacó el cangrejo y escupiendo sobre él, recita otra serie de "alicáncanos", y vuelve a someternos a la tortura de otro espacio en blanco. Al fín, sujeta el cangrejo para examinar su estado, y habla:
"Tendréis buen viaje, y estaréis felices el último día" (alguno estuvimos "felices" - y con fiebre- el último día, pero por terminar).
I. le pregunta si tendrá larga vida, y profetiza "que si, aunque caminará con bastón".
A. que si tendrá futuro como guía de turismo, y le dice "que si aunque deberá repartir golosinas por todo Camerún".
L. que si tendrá nietos, y responde que sus hijos serán muy aventureros pero le darán tres nietos finalmente"...
¿Cómo comprobar esta sarta de generalidades?
¿Que cuáles fueron sus honorarios? Sobre 12 000 Francos CFA por el grupo (unos 18Euros).
La casa típica animista está formada por un grupo de casitas, la primera es la del jefe de familia desde donde vigila los movimientos de sus esposas. Los accesos son caminos empedrados. El fuego va situado en el medio de la choza; un camastro a un lado, y alguna tinaja y piedras para sentarse; herramientas de labranza apoyados sobre la pared del otro lado, y palos atravesados en el techo para el secado de productos agrícolas. Una de las casitas escondía, bajo el techo, un hueco para granero secreto.
Durante el regreso, alguien del grupo recuerda la película "Amanece que no es poco".
4 comentarios:
Hola!! que interesante está el viaje!! Jaime, no te cansas de escribir tanto??
bueno, entonces el brujo... en lo tuyo si tuvo razón, que el ultimo dia ibais a estar contentos, no dijo nada del motivo pero eso ya lo dijiste tu, algo contentos estabais porque os ibais, no? se le paso lo de la fiebre pero bueno.
y las otras preguntas si que tendrán que esperar...
vaya diferencia de dinero!! q cosas!!
hay mas entregas?? estaremos esperando.
saludos y besos a todos!!
Qué manera más impresionante de vivir un viaje!!
Y qué profunda también.
No sé como tenías ganas de terminar. No sé cómo hablas de sentirte mal. Estabas desarropado tal vez.
Me impresionan las fotos. Amplías y te quedas observando los detalles: La mirada de aquella madre, el vestido de esa niña...
En la foto de los instrumentos musicales o de las cajitas redondas los niños escuchan la explicación del compañero.
Vemos la piel, los granitos y lunares a la mujer blanca de verde. Toda su intimidad está al descubierto. De espaldas y vestida, pero nunca vi una mujer vestida tan desnuda.
Yo también soy descreído. Hubiera sonreído, incrédulo, antes los intentos adivinatorios de ese hechicero. El Retiro de Madrid está lleno de adivinadores y gente que te echa las cartas. Nunca visité ninguno para preguntarle...
¿Voy a tener más hijos?
¿Ganaré un campeonato de tenis a los 92 años?
¿Me me va a querer Sinforita?
¿Descubriré el secreto de la Coca-cola?
A mis cincuentaypocos soy ya muy práctico. Preguntas terribles jamás. Preguntas buslescas tampoco; siempre podrían decirte aquello de "Y que sepas que el brujo no le come la comida a nadie."
En resumen, yo solo preguntaría: ¿Qué número va a salir en la lotería del próximo sábado?
¿Que no lo sabe? Pues vaya brujo !!!
Bueno, Jaimito, creo que eres un poco "zorrete" y eso que no va mucho contigo. Llegas de tu viaje con angustia y decepción, para luego, poco a poco, ponernos a todos los "dientes largos", y pasarnos por los morros tu experiencia única; los que nos hemos quedado aqui, comiendo lo mismo de siempre, hablando con la gente de siempre, y haciendo nuestra vida vulgar de siempre ... no llegaremos nunca a conocer a un auténtico hechicero ni podremos comprender la alegria de un niño chabolista ante la presencia de extranjeros...
Y se me ocurre una propuesta:
¿Que os parece si la comida del próximo verano la trasladamos a algún lugar especial, si no es a Camerún, al menos podria ser al Sahara, que está mas cerca?
Me alegro que os resulte interesante a mas de uno. No me canso de escribir, Alba, porque en ello va una terapia. Pero hago 2-3 bocetos, y sólo en dias de inspiración... (Beethoven metía los pies en hielo parar componer).
"Preguntas terribles jamas". Estoy de acuerdo, interpreto que se está preparado para las sorpresas mas duras...
Y al explorador que no explora (Neme, ¿es el mismo que el Expl. a secas y que el de poca monta?)decirle que angustia dificultades y ninguna gana de repetir, si. Decepción no. (en el siguiente cap se verá.. despues uno final de los Pigmeos)
Podríamos empezar por salir a algún lugar de Burgos, León o Asturias...
Chao¡¡
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